Antonov en Parayas

Antonov en Parayas

Foto de portada: Alejandro Hernández León

Cuando en Octubre de 1.997 se declaró en España una huelga de transporte por carretera, Cantabria fue una de las Regiones españolas más “beligerantes”, completando casi tres semanas de huelgas y protestas, así como un tiempo similar de aislamiento en transporte de mercancías por carretera, solo roto por algunos convoyes de camiones protegidos y alternativas que tuvieron como protagonistas carreteras secundaria hacia Burgos, el Ferry a Inglaterra como puente hacia Europa por el Canal de la Mancha y un episodio lleno de audacia protagonizado por el aeropuerto de Santander, al convertirse en plataforma de salida de mercancía que, atrapada en la encrucijada, no pudo enviarse por ninguna otra alternativa.

Se trataba de un lote de piezas de automóvil procedente de fabricantes en Cantabria, con destino en las plantas de ensamblaje de Nissan en Barcelona y de Sunderland (UK), equivalente a unos ocho camiones tráiler, necesario para abastecer una semana de producción de sus referencias de pieza y evitar la costosa parada de producción. Ello no solo implicaría un coste económico muy notable, si no el cuestionamiento de la idoneidad del origen geográfico de los proveedores, cuya lejanía excusa de faltas de suministro en tiempo y forma.

En logística de suministros, al tomar una decisión sobre una actuación nueva y diferente sobre el programa convencional, existe un vértigo parecido al estreno de una obra de teatro cuando por todo lo previsto, se cuela algo inesperado que tienes que solucionar sobre la marcha. Éste fue el caso del Antonov An 124-100, (Антонов Ан-124 «Руслан»), visitante inesperado de nuestro aeropuerto de Parayas, aeropuerto internacional Severiano Ballesteros, en Oct de 1997.

Fue fletado de forma urgente para, una vez trasladado de madrugada el convoy de camiones al interior del aeropuerto, recibir en su barriga la mercancía transbordada a pie de pista y marcharse volando como si de una operación de suministro militar se tratara.

Cuando llegó, esperábamos su aparición en los cielos de Santander una buena representación del equipo gestor y directivo de Gerposa (empresa fletadora y organizadora de toda la operación), periodistas, particulares y todo el staff del aeropuerto con Felipe Rivas, su director, al frente de todo ello. Recuerdo la tarde como gris y viento en calma, ¿cómo hubiera sido verlo entrar con una buena surada…?.

La aparición de su silueta por la zona de Peñacastillo en aproximación (manual!) hacia la cabecera de la pista “11” provocó un silencio solo roto por la contundente actuación de sus turbinas en “retro” para frenar la mole antes de finalizar en la ría de Astillero. La zona de impacto al tocar pista fue revisado por el propio Dtr. del aeropuerto con dos ingenieros para comprobar que no había dañado la consistencia del suelo por el peso del aparato, recordemos que llegaba con el máximo posible de combustible para no repostar en España.

Su estacionamiento se realizó en la zona Este de la plataforma, con su cabecera mirando hacia el Oeste, y tanto el descenso de su parte delantera como la apertura en vertical de la boca de proa y extensión de rampa de carga hasta el suelo, fueron operaciones que al finalizar, activaron un cronómetro que indicaba una cuenta atrás hasta su despegue de nuevo.

Parte del material transportado llegó en helicópteros de pequeño tamaño que se trajeron desde Andorra y el Sur de Francia, que aterrizaron en distintos puntos de la geografía de Cantabria para cargar directamente en fábricas material necesario.

Antonov en Parayas
Foto: Gervasio Portilla

Los camiones en Parayas fueron ubicándose de uno en uno frente a la boca de carga del Antonov y descargados en orden para ubicar la mercancía de acuerdo al reparto de pesos que la tripulación ordenaba, al tiempo que realizaban la estiba con el aseguramiento de la mercancía equivalente al cinturón de seguridad que los pasajeros realizamos de forma obligatoria en nuestro asiento.

Antonov en Parayas

Los camiones en Parayas fueron ubicándose de uno en uno frente a la boca de carga del Antonov y descargados en orden para ubicar la mercancía de acuerdo al reparto de pesos que la tripulación ordenaba, al tiempo que realizaban la estiba con el aseguramiento de la mercancía equivalente al cinturón de seguridad que los pasajeros realizamos de forma obligatoria en nuestro asiento.

Hubo dos circunstancias que no estuvieron previstas ni bien calculadas. Una fue la velocidad de carga necesaria, tuvimos que traer al aeropuerto de forma improvisada maquinaria adicional para poder operar sin demorar en exceso la estancia de la ballena voladora en la plataforma. Ello hubiera supuesto un incremento de coste no previsto que hubiera convertido la solución en un gran problema.

La otra estuvo relacionada con la organización horizontal en la plataforma, la convivencia de pasajeros, operarios y mercancías, de operaciones de handling cruzadas que, unido a la presencia simultánea de 3 helicópteros y otros aviones menores de carga, provocaron cierto caos de organización y una cierta improvisación en decisiones tomadas sobre la marcha.

Unos de los aviones de carga coincidentes en la plataforma con el AN 124-100 fue su hermano menor y más antiguo, el Ilyushin il 76 con capacidad para 40 Tns de carga, probablemente el avión de despegue más ruidoso que haya operado nunca en Parayas.

Cuando llegó el momento de cerrar la boca de carga y elevar el morro a su postura normal, el AN 124-100 había recibido en su bodega 110 Tns de carga, aun sin completar las 150 Tns de límite de carga útil, pero unido al combustible y a su propio peso (tara) completaban un peso total de rodadura en pista de 350 Tns, algo así como el equivalente de carga máxima de 14 camiones tráiler.

Antonov en Parayas

Recibido el plan de vuelo con destino en Newcastle (UK), cerca del destino final de la mercancía en Nissan Motor UK Sunderland, la creencia de que aquella mole cargada podría despegar en los 2.400m de pista era un acto de fé, no solo por lo que de limitación tiene en distancia, sino porque se iba a producir la rodadura de avión con mayor peso al despegue hasta entonces soportado por la pista de Parayas.

Al dejar la plataforma, su envergadura de alas, (73,3m.), superaba la anchura del pasillo de acceso a la pista, recordándonos por última que habíamos aplicado una solución proporcional al tamaño del problema, pero no a las dimensiones del pequeño y familiar Parayas.

Giró 90º hacia la ría de Astillero, para girar de nuevo en la cabecera de la “23” y con última confirmación de la torre comenzar la aceleración en dirección NW. El sonido de las cuatro turbinas era muy profundo y creo que ninguno de los que estuvimos allí respiramos hasta que, al final del runway de Parayas, levantó levemente el morro y despegó del suelo con la misma pereza de movimiento que un Koala. La velocidad de ascenso habrá sido la más lenta registrada en Parayas y el parking de Eroski, entonces recién estrenado, debe guardar buen recuerdo de su panza.

Para quienes lo vivimos desde dentro fue una experiencia inolvidable, una historia improvisada que terminó bien y que todavía hoy, cuando llego volando desde cualquier aeropuerto a Parayas, me recuerda aquellos días y al mismo tiempo… que ya estoy en casa!.

Tripulación: 6

Capacidad: 88 pasajeros

Carga: 150.000 kg

Longitud: 69 m (226,2 ft)

Envergadura: 73,3 m (240,5 ft)

Altura: 20,8 m (68,2 ft)

Superficie alar: 628 m2 (6 759,9 ft2)

Peso vacío: 175 000 kg (385 700 lb)

Peso cargado: 392 000 kg (863 968 lb)

Peso máximo al despegue: 405 000 kg (892 620 lb)

Planta motriz: 4× turbofán Ivchenko Progress D-18T.

Empuje normal: 229,5 kN (23 402 kgf; 51 594 lbf) de empuje cada uno.

Capacidad de combustible: 213.740 kg (An-124), 212.350 kg (An-124-100)

Rendimiento

Velocidad máxima operativa (Vno): 865 km/h (538 MPH; 467 kt)

Velocidad crucero (Vc): 800-850 km/h

Alcance: 5 400 km (2 916 nmi; 3 355 mi) con una carga de 120 t)

Alcance en ferry: 15 000 km (8 099 nmi; 9 321 mi)

Techo de servicio: 12 000 m (39 370 ft)

Carga alar: 365 kg/m2 (74,8 lb/ft2)

Empuje/peso: 0,23

Jaime S. González López

Jaime S. González López

Miembro de Amigos de Parayas

18 de febrero de 2.015

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